Efesios
4:26-27 ¿Es justo ante Dios enojarse?
26 Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol
sobre vuestro enojo,
27 ni
deis lugar al diablo.
Comentario:
Parece
haber incongruencias pero no las hay. Se son dice que nos enojemos (airaos)
pero que no termine el día y sigamos enojados. Se nos explica que nos enojemos
pero que no demos lugar al Diablo. ¿Qué es lo correcto? ¿Podemos enojarnos?
El
enojo se produce debido a nuestro orgullo, y está motivado por cualquier
oposición que encontremos en lo que deseamos hacer. Formulamos un plan,
determinamos cómo llevarlo a cabo y confiamos en que todo se desarrollará como
lo hemos planeado. Pero de pronto se produce la oposición, llega otro y nos
formula su plan o forma de pensar. Nuestros intereses chocan con los de esa otra
persona, despertando su oposición y su interferencia en nuestros planes.
En
este breve comentario podemos decir que existen tres tipos de enojos
principales, dentro del cúmulo de cosas que nos hacen enojar.
El
primero es nuestro yo, el orgullo que todos tenemos. Un caso bíblico nos lo
explica: 2° Reyes 5:10 “Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y
lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio. Y
Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y
estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará
el lugar, y sanará la lepra. Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores
que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio?
Y se volvió, y se fue enojado”.
El siguiente caso es el enojo por falta de
amor: Mateo 26:7 Vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de
gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él (Jesús), estando sentado a la
mesa. Al ver esto, los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este
desperdicio? Porque esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a
los pobres”.
El tercer caso es el de los celos creados por
la envidia. Lucas 15:27 “Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho
matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. Entonces se enojó, y
no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. Mas él,
respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote
desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis
amigos(Parábola del Hijo Pródigo).
Todos
sabemos que Jesús en varias circunstancias se enojó con celo santo siendo el
Hijo de Dios. Santiago nos dice: "Esto sabéis, mis amados hermanos. Pero
que cada uno sea pronto para oír, lento para hablar y lento para la ira; pues
la ira del hombre no obra la justicia de Dios." (Santiago. 1:19-20).
Enojarse
por largo período es dar lugar al Diablo, pero enojarse sanamente es saludable
mientras no terminemos el día enojados. Nuestra relación con Dios determina qué
tanto nos enojemos con los demás, un tema para pensar!
Rubén
Pelegrina