martes, 19 de marzo de 2013

Efesios 3:6-9  Menos que el más pequeño 

6  que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio,
7  del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la operación de su poder.
8  A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo,
9  y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas.

Comentario:

Vs 6-7 Ya tocamos este interesante tema de discriminación antes cuando dijimos que los judíos se sentían cerca de Dios porque tenían conocimiento previo acerca de El mediante las Sagradas Escrituras y lo adoraban en sus ceremonias religiosas, pero los gentiles se sentían lejos ya que conocían poco o nada acerca de Dios entonces comenzaron a tener un sentimiento de forasteros religiosos. Pablo les escribe para quitar este pensamiento de exclusión de sus mentes.
V.8 Pero ahora no podemos permanecer indiferentes ante el héroe de la humildad y quien escribe esta carta. De muchos se puede hablar por su grandeza pero de pocos por su pequeñez. El hombre se siente bien cuando es reconocido, pero Pablo se siente bien siendo pequeño en sus sentimientos y esto es lo que Dios exalta. Hoy necesitamos gente que no quiera ser reconocida, que no ande buscando ser valorada. Desde un tiempo atrás vengo meditando en este tema un poco olvidado para muchos porque no nos conviene.
Pablo se inventa una palabra, un título para colocar sobre su frente y hace un comparativo y dice de sí mismo: “yo, menor que el más pequeño de entre los santos” (3:8), diciendo que todos son más santos y más dignos que él.
Éste es un hombre digno de ser analizado y tenido en cuenta, que dice de sí mismo haber sido golpeado tres veces con palos; una vez casi muerto a pedradas; que estuvo tres veces en naufragios; una vez tuvo que pasar todo un día y una noche perdido en medio del mar, viajando de aquí para allá continuamente; estando en peligro en los ríos, en peligro de ladrones, en peligro por causa de sus compatriotas y de los que no eran judíos. También haber estado en peligro en las ciudades, en los desiertos y en los mares, en peligro por causa de falsos hermanos. Haber hecho trabajos duros y fatigantes; pasado muchas noches sin dormir; muchas veces sufrido hambre y sed, y tenido que soportar el frío sin tener con qué cubrirse. Tenido muchos otros problemas y, sobre todo la preocupación diaria por todas las iglesias. Que cuando alguien se debilita, él se sentía débil y cuando alguien hacía pecar a otra persona, se molestaba mucho. Para finalizar diciendo que si tenía que enorgullecerse de algo, era de las cosas que mostraran su debilidad. (2°Corintios 11: 25-30)  A éste hombre, el más pequeño de todos los santos, según él, le fue dada la gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo. ¡Ohhh, que todos podamos tener una idea propia igual que Pablo!

Rubén Pelegrina 

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