Efesios
4: 17-21 La nueva vida en Cristo
17 Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que
ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente,
18 teniendo el entendimiento entenebrecido,
ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de
su corazón;
19 los cuales, después que perdieron toda
sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de
impureza.
20 Mas vosotros no habéis aprendido así a
Cristo,
21 si en verdad le habéis oído, y habéis sido
por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús.
¿Por
qué es “nueva” esta vida a la que se refiere Pablo? ¿A qué se refiere cuando
dice “en Cristo”? Cuando una persona decide entregar su vida a Cristo, se
provoca una “conversión” y comienza a vivir una nueva vida, de la que le habló
Jesús a Nicodemo en cierta ocasión (Juan 3:3-7). Esta vida se halla fundada en
Cristo y debería recibir toda Su información y seguir en todos sus mandamientos,
de quién se puede aprender constantemente: “mas vosotros no habéis aprendido
así a Cristo” v.20.
Esta
vida lleva implícita un énfasis que es la responsabilidad humana de abandonar
el pecado que ennegrece el entendimiento y hace extraños a Dios a los que lo practican
en ignorancia o bajo la dureza del corazón (v 18). Esto se practica
generalmente en rebeldía hacia Dios y no en insensibilidad emocional. Cuando
nacemos y vamos creciendo comenzamos a tener una sensibilidad hacia lo malo y a
medida que lo practicamos, el pecado comienza a hacerse insensible a la mente y
esto provoca una dureza en el corazón. A esto se refiere el apóstol cuando dice
que no andemos como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo
el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que
en ellos hay, por la dureza de su corazón. Es una nueva vida la que hay que
practicar con una nueva mente. Debemos cambiar el sentido de los pensamientos
para dar lugar al fluir del Espíritu Santo de Dios guiándonos en todo momento.
La
frase “vanidad de su mente” es un vacío, falta de propósito, lo que se traduce
en un entendimiento oscurecido,
alienación de la vida de Dios, ignorancia de los caminos divinos, corazones
endurecidos y pérdida de sensibilidad.
Pablo
hace hincapié sobre un “estilo de vida completamente cambiado”. Indica que éste
debe ser radicalmente diferente de aquel de los no convertidos a Cristo. Por
eso termina este párrafo diciendo que si en verdad hemos oído, y sido por él
enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús debemos continuar aprendiendo
de Él.
En
resumen, conocer a Cristo es ser un discípulo atento para oír sus enseñanzas y estar
anhelante para seguir sus instrucciones, y no vivir como los gentiles o los que
no son creyentes.
Rubén
Pelegrina
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