Efesios 2: 19-22 ¿Por qué no hay unidad en el pueblo de Dios?
19 Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,
20 edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,
21 en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor;
22 en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.
Comentario:
Hace siete años mi familia emigró de Argentina a otro país y personalmente me sentí verdaderamente un extranjero y un extraño hasta que después de seis años me nacionalicé. Luego de eso ya no era un advenedizo pero mi sangre seguía reclamando su lugar de origen. Esta es una verdadera barrera que puede aislarnos si le damos un espacio en la mente.
Cuando Jesús muere en la cruz se da este fenómeno de sentimiento extranjero entre los gentiles (los no judíos). Los judíos estaban cerca de Dios porque tenían conocimiento previo acerca de El mediante las Sagradas Escrituras y lo adoraban en sus ceremonias religiosas, pero los gentiles estaban lejos ya que conocían poco o nada acerca de Dios entonces comenzaron a tener un sentimiento de forasteros religiosos. Pablo les escribe para quitar este pensamiento de exclusión de sus mentes.
En el edificio de Dios, que es lo que Él ha construido, no pueden haber ladrillos de diferentes medidas o faltantes. Un ladrillo debe tener un sentimiento de pertenencia y no de exclusión. Hay millones de cristianos que van a la iglesia todos los domingos y simplemente se sientan en una banca a escuchar el sermón y luego se retiran a la casa, pero jamás tienen un sentimiento de ocupar un lugar dentro del edificio. De esta manera los hombres colaboramos para que otros se burlen de Dios.
La gente puede ver que Dios es amor y que Jesús es Señor cuando vivimos en armonía con otros y de acuerdo con lo que Dios dice en su Palabra. Somos ciudadanos del Reino de Dios y miembros de su familia.
Muchas iglesias locales fracasan porque son orientadas por sus líderes bajo ideas e ideales humanos y muy personales. La Iglesia no es un edificio levantado sobre ideas modernas, sino sobre la herencia espiritual que se nos ha dado por los primeros apóstoles y profetas de la iglesia cristiana (v.20)
Si bien no somos extranjeros dentro del pueblo de Dios, debemos sentirnos como extranjeros en este mundo, peregrinos en un país que no es nuestro, viajando por este mundo como extranjeros, cuya ciudadanía y residencia última se halla en el cielo mismo. No confundamos las dos ideas, no somos extranjeros dentro de la iglesia, pero sí debemos sentirnos extranjeros en el mundo.
La unidad en la iglesia no depende de la organización, ni del ritual, ni del tipo de reuniones, porque unos son fervientes y otros no, sino de Cristo y donde está Cristo, allí está la Iglesia. La Iglesia solo presentará su unidad cuando ella o sus líderes se den cuenta de que no existe para propagar las ideas de un grupo de personas, sino para ofrecer un hogar en el que pueda morar el Espíritu de Cristo y en el que todas las personas que aman a Cristo puedan sentirse bien y reunirse en ese Espíritu.
Rubén Pelegrina
No hay comentarios:
Publicar un comentario