Efesios
3:17-21 Cómo ser transformado de una
manera de vivir a otra.
17
“Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que,
arraigados y cimentados en amor,
18 seáis plenamente capaces de comprender con
todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,
19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a
todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
20 Y a Aquel que es poderoso para hacer todas
las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el
poder que actúa en nosotros,
21 a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús
por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.
Comentario:
17
“Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones”. Cristo puede habitar
únicamente en un corazón arrepentido, que le da lugar a entrar y que de su
propia voluntad le abre la puerta, de la misma manera que a nuestra casa puede
entrar alguien que le abrimos la puerta. El dueño de la casa tiene la autoridad
de abrir. Cristo no fuerza a nadie a salvarse, solo motiva, enseña y se muestra
a sí mismo mediante su Palabra y no puede entrar en un corazón sin apertura,
sin el arrepentimiento, o de alguien que solo repite una fórmula para salvación
al final de un culto. Si no existe verdadero arrepentimiento no hay salvación.
Miles de pastores y predicadores están engañando a la gente con una fórmula que
repiten al final de un sermón. La oración del pecador debe ser motivada por el
arrepentimiento y por la Palabra de Dios como lo hizo el eunuco en el carro cuando
Felipe le preguntó si entendía lo que leía y le explicó (Hechos 8: 30-38). El
eunuco no solo se convirtió, sino que se bautizó a pocos minutos de haber sido
salvado.
Yo
sí acostumbro orar al final para que las personas sean impulsadas por el
Espíritu Santo a un arrepentimiento, pero no doy fórmula ya que con el tiempo
me di cuenta que muchos de los que repetían la oración salían engañados y a los
pocos días no querían volver más a la iglesia por diferentes motivos y menos querían
bautizarse. Nosotros somos “medios” que Dios usa para salvación, pero no somos
el Espíritu Santo y muchas veces hacemos mal las cosas. No debemos preocuparnos
porque la persona entienda el amor de Dios porque el amor de Dios es total,
dice Pablo. Llega hasta los últimos rincones de nuestra experiencia. La anchura
del amor de Dios continúa a través de toda nuestra vida y llega a todo el
mundo. La longitud del amor de Dios nos sigue a través de nuestras vidas. La
profundidad del amor de Dios llega a lo más profundo del desaliento y de la
tristeza, la desesperación y aun la muerte. La altura del amor de Dios se eleva
a la cumbre de nuestro homenaje y alegría.
Tú,
que eres un cristiano de años, cuando te sientas excluido o aislado, recuerda
que nada te apartará del amor de Dios.
Pablo
oró para que Cristo entrara a través de la puerta abierta de la fe y el
arrepentimiento, que habitara en los corazones, e imprimiera su naturaleza sobre
las mentes, voluntades y emociones de aquellos creyentes. Cuando Cristo entra
en una vida, la llena con su vida y las personas son transformadas.
Rubén
Pelegrina
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