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Efesios 2: 14-16 El centro de la unidad
14 Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación,
15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz,
16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.
Comentario:
El tema que Pablo usa para identificar lo que Cristo hizo en la cruz es un ejemplo de albañilería. Derribar una pared intermedia para construir un espacio amplio sin división.
Los judíos despreciaban y odiaban a los gentiles y Pablo usa esta ilustración de la construcción que sería clara para los judíos, para mostrar cómo surge un nuevo bloque sin división. También Pablo puede tener en mente el ejemplo del Templo en Jerusalén con distintos recintos: el Atrio de los Gentiles; el Atrio de las Mujeres; el Atrio de los Israelitas; el Atrio de los Sacerdotes, y finalmente el Lugar Santo propiamente dicho. Todo esto quedó disuelto cuando Jesús quitó la pared intermedia que los dividía.
Pablo conocía muy bien esa barrera porque había sido parte de una acusación injusta. Cuando le arrestaron en Jerusalén se debió al hecho de que le acusaran falsamente de introducir a Trófimo, un gentil efesio, más allá de esa barrera del templo (Hechos21:28 “dando voces: ¡Varones israelitas, ayudad! Este es el hombre que por todas partes enseña a todos contra el pueblo, la ley y este lugar; y además de esto, ha metido a griegos en el templo, y ha profanado este santo lugar”).
¿Quién no ha sufrido alguna vez en la vida la discriminación, la exclusión o la separación de gente amada, familia o amigos? Todos hemos sido víctimas del menosprecio y para eso vino Jesús a la tierra, a derribar todo tipo de separación o exclusión. Esa es la paz a la que nos llama Dios. Paz significa «estar unidos con», y también «poner fin a la hostilidad». A paz nos llamó Dios (1° Cor. 7: 15)
Solo Cristo derriba las paredes de los prejuicios, reconcilia a todos los creyentes con Dios y nos unifica en un cuerpo.
Es muy interesante el v. 15 de la Biblia del Oso, nos dice: “deshaciendo en su carne las enemistades, que eran la ley de los mandamientos en orden a ritos, para edificar en sí mismo los dos en un nuevo hombre, haciendo la paz”.
Hoy tenemos muchas barreras que pueden separarnos de otros cristianos: edad, apariencia, inteligencia, inclinación política, nivel económico, raza, perspectivas teológicas. Una de las mejores maneras de apagar el amor de Cristo es interesarnos solo por aquellos con los que tenemos afinidad natural. Por suerte, Cristo ha derribado las barreras y unificado a todos los creyentes en una sola familia. Su cruz debiera ser el centro de nuestra unidad.
Rubén Pelegrina
14 Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación,
15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz,
16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.
Comentario:
El tema que Pablo usa para identificar lo que Cristo hizo en la cruz es un ejemplo de albañilería. Derribar una pared intermedia para construir un espacio amplio sin división.
Los judíos despreciaban y odiaban a los gentiles y Pablo usa esta ilustración de la construcción que sería clara para los judíos, para mostrar cómo surge un nuevo bloque sin división. También Pablo puede tener en mente el ejemplo del Templo en Jerusalén con distintos recintos: el Atrio de los Gentiles; el Atrio de las Mujeres; el Atrio de los Israelitas; el Atrio de los Sacerdotes, y finalmente el Lugar Santo propiamente dicho. Todo esto quedó disuelto cuando Jesús quitó la pared intermedia que los dividía.
Pablo conocía muy bien esa barrera porque había sido parte de una acusación injusta. Cuando le arrestaron en Jerusalén se debió al hecho de que le acusaran falsamente de introducir a Trófimo, un gentil efesio, más allá de esa barrera del templo (Hechos21:28 “dando voces: ¡Varones israelitas, ayudad! Este es el hombre que por todas partes enseña a todos contra el pueblo, la ley y este lugar; y además de esto, ha metido a griegos en el templo, y ha profanado este santo lugar”).
¿Quién no ha sufrido alguna vez en la vida la discriminación, la exclusión o la separación de gente amada, familia o amigos? Todos hemos sido víctimas del menosprecio y para eso vino Jesús a la tierra, a derribar todo tipo de separación o exclusión. Esa es la paz a la que nos llama Dios. Paz significa «estar unidos con», y también «poner fin a la hostilidad». A paz nos llamó Dios (1° Cor. 7: 15)
Solo Cristo derriba las paredes de los prejuicios, reconcilia a todos los creyentes con Dios y nos unifica en un cuerpo.
Es muy interesante el v. 15 de la Biblia del Oso, nos dice: “deshaciendo en su carne las enemistades, que eran la ley de los mandamientos en orden a ritos, para edificar en sí mismo los dos en un nuevo hombre, haciendo la paz”.
Hoy tenemos muchas barreras que pueden separarnos de otros cristianos: edad, apariencia, inteligencia, inclinación política, nivel económico, raza, perspectivas teológicas. Una de las mejores maneras de apagar el amor de Cristo es interesarnos solo por aquellos con los que tenemos afinidad natural. Por suerte, Cristo ha derribado las barreras y unificado a todos los creyentes en una sola familia. Su cruz debiera ser el centro de nuestra unidad.
Rubén Pelegrina
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