Efesios
4:22-24 Despojarse, vestirse y renovarse
22 En
cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está
viciado conforme a los deseos engañosos,
23 y renovaos en el espíritu de vuestra mente,
24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios
en la justicia y santidad de la verdad.
Comentario:
El
significado de despojarse es quitar algo o todo voluntariamente; puede ser la
ropa, o desposeerse voluntariamente de una cosa. Unos sinónimos que nos aclaran
la idea pueden ser renunciar, prescindir, privarse, desprenderse.
Lo
que Pablo enseña a los creyentes de Éfeso es sobre la necesidad de un cambio radical y continuo
en sus vidas. Su anterior vida tenía que terminar porque ahora pertenecían a
Cristo y él quiere transformarlos todos los días. Hay un conflicto para el creyente entre la
antigua manera de vivir y la nueva vida que tiene en Cristo, por eso Pablo
sugiere tres cosas para hacer. Veamos la primera: despojarse de la vieja forma
de vida.
El
despojarse comienza cuando se rinde la vida a Cristo con la conversión, pero
esto debe continuar diariamente. Aunque el convertido, sea ahora una nueva
criatura, siempre tendrá esa lucha con el
pecado hasta el día que tenga que morir, por eso la lucha debe ser constante. Esto
significa que debemos rechazar la pasada manera de vivir y quitarla de la vida
cristiana. Despojarse sugiere la acción de desprenderse de algo, arrancarlo,
alejarlo, poner fuera de uno, quitarlo. Debe ser como el rechazo a la basura,
quitarla y alejarla de uno, porque el viejo hombre está corrupto, destruido y
arruinado, y va camino a su ruina porque sigue sus deseos engañosos. “Digo, pues:
Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne”. Gálatas 5:16.
Lo
segundo por hacer es “renovar el pensamiento”. Si antes venían imágenes malas,
deseos pervertidos u otro tipo de cosa, ahora hay que poner cosas nuevas como
dice Pablo en Filipenses 4:8 “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero,
todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de
buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.
Y
la tercera acción es vestirse en justicia y santidad. El nuevo hombre es obra
de Dios, verdaderamente justo y santo, es el resultado de la obra creadora de
Dios y no de uno mismo. Cuando antes andaba en la rebeldía y la corrupción,
ahora camina en la justicia y la santidad.
Gracias
al Espíritu Santo el creyente tiene la capacidad de adoptar un nuevo estilo de
vida, dominado y en obediencia.
Rubén
Pelegrina