miércoles, 14 de agosto de 2013

Efesios 4:26-27 ¿Es justo ante Dios enojarse?

26  Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo,
27 ni deis lugar al diablo.

Comentario:
Parece haber incongruencias pero no las hay. Se son dice que nos enojemos (airaos) pero que no termine el día y sigamos enojados. Se nos explica que nos enojemos pero que no demos lugar al Diablo. ¿Qué es lo correcto? ¿Podemos enojarnos?
El enojo se produce debido a nuestro orgullo, y está motivado por cualquier oposición que encontremos en lo que deseamos hacer. Formulamos un plan, determinamos cómo llevarlo a cabo y confiamos en que todo se desarrollará como lo hemos planeado. Pero de pronto se produce la oposición, llega otro y nos formula su plan o forma de pensar. Nuestros intereses chocan con los de esa otra persona, despertando su oposición y su interferencia en nuestros planes.
En este breve comentario podemos decir que existen tres tipos de enojos principales, dentro del cúmulo de cosas que nos hacen enojar.
El primero es nuestro yo, el orgullo que todos tenemos. Un caso bíblico nos lo explica: 2° Reyes 5:10 “Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio. Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra. Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado”.
   El siguiente caso es el enojo por falta de amor: Mateo 26:7 Vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él (Jesús), estando sentado a la mesa. Al ver esto, los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio? Porque esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres”.
  El tercer caso es el de los celos creados por la envidia. Lucas 15:27 “Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos(Parábola del Hijo Pródigo).
Todos sabemos que Jesús en varias circunstancias se enojó con celo santo siendo el Hijo de Dios. Santiago nos dice: "Esto sabéis, mis amados hermanos. Pero que cada uno sea pronto para oír, lento para hablar y lento para la ira; pues la ira del hombre no obra la justicia de Dios." (Santiago. 1:19-20).
Enojarse por largo período es dar lugar al Diablo, pero enojarse sanamente es saludable mientras no terminemos el día enojados. Nuestra relación con Dios determina qué tanto nos enojemos con los demás, un tema para pensar!
Rubén Pelegrina



Efesios 4:25  La mentira

25  Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros.

Comentario:

La Biblia habla mucho de la mentira y uno de los pasajes es el que Pablo les enseña a los Efesios aquí a no mentir.
Una fábula que grafica muy bien lo que es la mentira y lo que nos trae aparejado dice que una anciana que estaba a punto de perder la vista ofreció a un médico una jugosa recompensa a cambio de un tratamiento que le mejore la vista.
El médico, quien además de médico era un ladrón y mentiroso consumado, solamente se limitaba a untar aceite en los ojos de la anciana y mientras ésta tenía los ojos cerrados, aprovechaba para llevarse una a una las cosas de valor que la anciana tenía en su casa.
Cuando ya no quedaban más cosas que llevarse, el médico dijo a la anciana que el tratamiento había terminado y reclamó la recompensa acordada. Pero la anciana rehusó realizar el pago, por lo cual el médico le llevó a los tribunales de justicia.
En su defensa, la anciana decía a los magistrados: En verdad prometí pagar esa recompensa, pero siempre y cuando me mejore la vista. Pues sucede que antes del tratamiento, al menos veía borrosamente las cosas de mi casa, en cambio ahora, ¡no las veo en absoluto! La mentira es como un bumerang, siempre halla la forma de regresar para golpear al mentiroso.
En Colosenses 3:9 se nos prohíbe mentir: "No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos".
En Proverbios 6:16-19 se nos enseña que Dios odia la mentira y que la abomina (Proverbios 12:22).
La mentira afecta la comunión con Dios. Isaías 59:2-3 dice: "Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios… vuestros labios pronuncian mentira, habla maldad vuestra lengua."
En Juan 8:44 se nos dice que podemos tener un padre de mentira: "Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira."
En Hechos 5:3 se nos dice que Satanás llena el corazón de los mentirosos.
El Salmo 40:4 nos alienta a no desviar el pensamiento tras la mentira: "Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira."
Es tan sencillo deslizarse por el barranco de la mentira, que la Biblia nos aconseja a los creyentes a orar a Dios pidiendo no caer en la mentira. Salmo 119:29 dice: "Aparata de mí el camino de la mentira, y en tu misericordia concédeme tu ley."
Podemos empezar hoy mismo en el pensamiento, a no mentir.


Rubén Pelegrina