lunes, 1 de abril de 2013


Efesios 3:17-21  Cómo ser transformado de una manera de vivir a otra.

17 “Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor,
18  seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,
19  y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
20  Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros,
21  a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.

Comentario:

17 “Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones”. Cristo puede habitar únicamente en un corazón arrepentido, que le da lugar a entrar y que de su propia voluntad le abre la puerta, de la misma manera que a nuestra casa puede entrar alguien que le abrimos la puerta. El dueño de la casa tiene la autoridad de abrir. Cristo no fuerza a nadie a salvarse, solo motiva, enseña y se muestra a sí mismo mediante su Palabra y no puede entrar en un corazón sin apertura, sin el arrepentimiento, o de alguien que solo repite una fórmula para salvación al final de un culto. Si no existe verdadero arrepentimiento no hay salvación. Miles de pastores y predicadores están engañando a la gente con una fórmula que repiten al final de un sermón. La oración del pecador debe ser motivada por el arrepentimiento y por la Palabra de Dios como lo hizo el eunuco en el carro cuando Felipe le preguntó si entendía lo que leía y le explicó (Hechos 8: 30-38). El eunuco no solo se convirtió, sino que se bautizó a pocos minutos de haber sido salvado.
Yo sí acostumbro orar al final para que las personas sean impulsadas por el Espíritu Santo a un arrepentimiento, pero no doy fórmula ya que con el tiempo me di cuenta que muchos de los que repetían la oración salían engañados y a los pocos días no querían volver más a la iglesia por diferentes motivos y menos querían bautizarse. Nosotros somos “medios” que Dios usa para salvación, pero no somos el Espíritu Santo y muchas veces hacemos mal las cosas. No debemos preocuparnos porque la persona entienda el amor de Dios porque el amor de Dios es total, dice Pablo. Llega hasta los últimos rincones de nuestra experiencia. La anchura del amor de Dios continúa a través de toda nuestra vida y llega a todo el mundo. La longitud del amor de Dios nos sigue a través de nuestras vidas. La profundidad del amor de Dios llega a lo más profundo del desaliento y de la tristeza, la desesperación y aun la muerte. La altura del amor de Dios se eleva a la cumbre de nuestro homenaje y alegría.
Tú, que eres un cristiano de años, cuando te sientas excluido o aislado, recuerda que nada te apartará del amor de Dios.
Pablo oró para que Cristo entrara a través de la puerta abierta de la fe y el arrepentimiento, que habitara en los corazones, e imprimiera su naturaleza sobre las mentes, voluntades y emociones de aquellos creyentes. Cuando Cristo entra en una vida, la llena con su vida y las personas son transformadas.

Rubén Pelegrina