Efesios
4:4 – 7 Discrepancias
4 un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis
también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación;
5 un Señor, una fe, un bautismo,
6 un Dios y Padre de todos, el cual es sobre
todos, y por todos, y en todos.
7 Pero a cada uno de nosotros fue dada la
gracia conforme a la medida del don de Cristo.
Comentario:
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Por
ejemplo en este pasaje encontramos las bases de una unidad. Si decimos que
tenemos un Señor y una fe, debemos honrar a ese Señor y practicar esa fe. Ya sé
que el texto hace énfasis en que todos tenemos al mismo Señor y al mismo Espíritu,
pero de igual manera si tenemos un Señor en la casa no podemos tener otro señor
en el trabajo o en la escuela y vida pública. Me encanta decirle a la gente que
me esmero en ser transparente en la vida, lo que no quiere decir que a veces
pueda fallar. Hoy hablando con el dueño de un negocio, el tema fue la
honestidad. Si decimos ser honestos como lo fue Jesús a quien honramos, debemos
proceder con honestidad en todo. El día anterior me había dejado en la mesa del
comerciante una moneda que sirve para pagar el transporte público en mi ciudad
y en ese momento el amigo comerciante me lo estaba entregando. Al que yo
contesté con sorpresa, diciéndole que hoy es muy difícil encontrar gente
honesta.
Dios
nos está enseñando en el pasaje que ningún cerebro puede controlar un cuerpo
que está desintegrado en fragmentos. Si no hay una unidad coordinada en el
cuerpo, los designios de la cabeza se frustran. Dios se siente mal si su cabeza
indica una cosa y el cuerpo coordina otra. ¿No es verdad que muy poco se actúa
en obediencia a la cabeza? Si tenemos un Señor y una fe, todos debemos
responder a los mandatos de dicho Señor y corresponder a la misma fe que todos
profesamos, pero las desavenencias en el cuerpo nos hacen actuar con
discrepancias. La unidad de la Iglesia es esencial para la obra de Cristo. La
unidad no aparece por sí sola, hay que trabajar para lograrla. Muchas veces las
diferencias que existen entre las personas, pueden conducir a la división.
En
lugar de concentrarnos en lo que nos divide, debiéramos recordar qué nos une:
¡un cuerpo, un Espíritu, una misma esperanza, un Señor, una fe, un bautismo, un
Dios! ¿Sabes apreciar a las personas diferentes a ti? ¿Eres capaz de ver cómo
los dones y puntos de vista distintos pueden contribuir a que la iglesia cumpla
con la obra de Dios? Aprende a disfrutar cómo los miembros del cuerpo de Cristo
nos complementamos unos a otros y vive la vida sin discrepancias personales.
Rubén
Pelegrina